Hoy tuvimos como invitada a la pastora Lulú López quien nos visitó de Ecatepec, Estado de México y sembró en nuestro corazón una conferencia impregnada de revelación y poder.
La pastora empezó pidiendo que el Señor Jesús cubriera nuestros oídos, ojos y entendimiento con su sangre preciosa para que podamos oír, ver y entender lo que su Espíritu Santo quiere darnos a través de esta palabra y que fortalezca nuestro corazón para ejecutar su enseñanza.
En el mundo espiritual hay altas conexiones que se dan a través de sacrificios de sangre. Después del pecado, Dios cubrió a Adán y Eva, haciendo el primer sacrificio de sangre. La cobertura de Dios contra pactos malignos se activa a través de sacrificios de sangre. Una cobertura de bien o de mal nos acompaña siempre y se manifiesta sobre nuestras vidas.
Por eso es que aunque tratemos de hacer las cosas bien, no lo logramos y lo que nos cubre es el dolor, ruina, pobreza, sufrimiento, enfermedades y muerte, porque Satanás siempre trata de imitar lo bueno de Dios. Hoy la reflexión es: ¿Qué es lo que me cubre? ¿El bien o el mal?
Muchas veces no queremos tomar en cuenta al enemigo y pretendemos no enterarnos de la manera en que opera en contra de las vidas de los hijos de Dios. No queremos involucrarnos en nada que tenga que ver con el mal y eso está bien, pero no podemos ignorar el constante ataque del enemigo de nuestra alma, pues siempre está como león rugiente buscando a quién devorar. Lo que impera más en la tierra es la maldad del enemigo, y pensar en no meternos con él para que no se meta con nosotros, es imposible.
El enemigo tiene un objetivo y un propósito:
Jun 10.10ª. El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir….
Nada lo va a hacer desistir de ello, ni el buen deseo de acercarse a Dios, ni el deseo de consagrarnos a Él hará que desista de este propósito. Después de un tiempo vemos a personas decididas a vivir consagradas a Dios caer en el pecado. Visiblemente no podemos ver cómo opera el mundo espiritual, pues sería algo demasiado fuerte.
Necesitamos tener claro esto, porque entonces echaremos mano de lo que Dios nos ha dado para enfrentar y destruir los planes del enemigo contra nuestra vida.
Este conocimiento no es para amedrentarnos, sino para que nos levantemos a derrotar todo plan, obra, artimaña que los demonios han tramado para hacernos daño.
Cuando nuestros ojos espirituales sean abiertos, nos daremos cuenta del poderoso recurso que Dios nos ha dado la sangre de Cristo. Si los demonios hubieran sabido que la muerte de Jesús era su derrota, nunca lo hubieran crucificado.
Apocalipsis 12.11. Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.
Dios quiere traer salvación a todas la áreas de nuestra vida, familia y posesiones, ministerio. El Señor Jesús está en los lugares celestiales sentado a la diestra del Padre intercediendo por nosotros para que lo logremos y quiere usarnos para testificar de esta salvación.
La pastora Lulú nos guió en un recorrido a través de las plagas que fueron enviadas por Dios a Egipto para que faraón dejara salir al pueblo de Israel para adorarle, vemos cómo a pesar de ellas el corazón de faraón sólo se endurecía cada vez más, hasta que la sangre del cordero fue lo único que hizo que los dejara salir.
No hay nada que detenga el ataque de nuestro enemigo, únicamente el invencible poder de la sangre de Cristo puede detenerlo.
A donde llega Jesús imparte vida, la muerte es quitada de la mente, del alma. Lo primero que escuchamos es su bendición irrevocable, somos habilitados para prosperar, para ser sanos y libres.
La iglesia necesita hacerse experta en aplicar la sangre de Cristo en todas las áreas.