Este domingo el Dr. Alejandro Rodríguez, nos trajo una palabra con la que el Espíritu Santo habló a nuestros corazones y nos desafió a salir de nuestra zona de confort. Sabemos que Dios creó todo lo que existe, incluyendo al hombre y a la mujer, pero les dio un lugar especial en la creación, con atributos que los diferencian, y uno de ellos es la voluntad, que es el libre albedrío. El deseo de Dios con esto, es que Él pudiera relacionarse con el hombre y la mujer como sus hijos, en obediencia genuina y sujeción a Él.
Los actos de obediencia, no estorban a nuestra voluntad, al contrario, pues aunque al principio nos cueste trabajo realizarlos, en realidad, lejos de volverse un sacrificio, son inversiones para nuestra vida. Cuando entendemos nuestra identidad de hijos, la obediencia, la llevamos a cabo por convicción, siguiendo así el propósito que Dios nos dio, con el fin, de que seamos un reflejo en el mundo de lo que Dios es. ¡Tremendo privilegio!
Todo aquel que quiera ir en pos de su herencia y de cada promesa que Dios le ha dado a su vida, tiene que levantarse, sacrificar su carne, activar la voluntad que el Señor le dio, para salir y conquistar.