Alberto Rivera, invitado especial dentro de nuestros 21 días de ayuno y búsqueda de Dios, nos enseñó cómo es que nuestro cuerpo se compone de 75% agua, por lo que cuando escuchamos un sonido, éste produce vibraciones que hacen a su vez que nuestras aguas vibren. Con este ejemplo podemos comprender, por ende, el poder que produce en nosotros las palabras. Sonidos, palabras y emociones, alteran las moléculas de nuestros guas, pues estas responden al sonido de nuestra voz.
Ofender o decir palabras negativas hacia una persona, atrofia y daña su interior, incluso, si se le ignora. Pero dar palabras de agradecimiento y de vida, hacemos que el poder de Dios se active en ella.
En el momento que hemos reconocido a Cristo como Señor y Salvador, nos volvemos templos del Espíritu Santo, y Él al moverse dentro de nuestras aguas, puede vivificar y limpiar todo lo que haya sido dañado por las palabras dichas en contra nuestra a lo largo de nuestra vida y que dañaron nuestro cuerpo y corazón. El la vida y de la muerte están en el poder de nuestra lengua, ¡hablemos vida!