En esta segunda parte de la serie “Adoración a otro nivel”, Carmen Gloria nos enseñó que la adoración es el reconocimiento directo de la grandeza de Dios, expresado en alabanza y exaltación pública.
Si Dios reacciona a nuestra adoración, no es precisamente por la posición física en la que nos coloquemos o por levantar nuestras manos, sino por la condición de nuestro corazón hacia Él, cuando esta es con entrega y agradecimiento.
El fruto de una adoración genuina surge cuando ha venido por revelación a nuestras vidas, y no por imitación.
Podemos postrarnos físicamente, pero lo más importante para el Señor, es que postremos nuestro corazón, rindiéndole nuestros pensamientos y todo nuestro ser.
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