El Padre dice hoy, lo que meditas toma lugar en tu vida. Con lo que llenes tu mente se constituirá tu futuro porque estás donde tu atención te lleva. El poder creativo que hace que las cosas sean diferentes de lo que son, se origina en tí. Mi reino está en tí no en algo externo, persona o lugar. YO SOY el que SOY, y Yo he establecido mi habitación dentro del corazón humano, dentro de tu corazón. El hombre piensa y se convence de que hay residencias que él mismo construye, doctrinas o teologías concebidas por él mismo, que de alguna manera cambian mi opinión o manipulan mi voluntad. Rechaza en tu corazón comprar el aceite de serpiente que son las dependencias externas. No hay ningún lugar donde Yo sea más de lo que YO SOY dentro de tí. Ahí radica tu verdad, y ahí radica el acceso a todo lo que la cruz ofrece. Cuando dicen “Ey, aquí está la unción”, o “Aquí está el conocimiento secreto que hace que las cosas cambien”, no vayas. Todo lo que Yo soy y todo lo que Yo estoy preparado para hacer y hacer en tu nombre se origina y se activa dentro de tí, cuando me rindes lo que Yo estoy buscando para poder actuar en los problemas y tu circunstancia.
Cuando venga el Hijo del hombre, ¿hallará fe en la tierra? Eso es lo que Yo estoy buscando, y eso es lo que Yo espero encontrar en tu vida, en la medida exacta que Yo te di antes de que se establecieran los cimientos del mundo. Eres un caminante en las aguas, porque Yo soy un caminante en las aguas, y vivo dentro de tí. Habla con la tormenta, y se calmará porque es mi voz detrás de tu voz la que hace que los elementos obedezcan. No eres una anémica carga espiritual o una decepción para mi corazón. La vara de la religión te ha cruzado la espalda por última vez, dice el Padre. Recibe tu libertad a las demandas del pensamiento basado en el desempeño que lo relaciona al acceso a mi presencia y a recibir respuesta a tu oración. ¿Creíste cuando oraste? Entonces recibe lo que necesitas, de hecho, acepta lo que deseas en tu corazón, porque mi postura predeterminada hacia tí se expresa en el “sí” y el “amén” de mi palabra.
-Russel Walden