El Padre dice hoy, Yo soy tu esperanza. Cuando el sol se niega a brillar y todo lo que ves son nubes de tormenta, ánclate en mi promesa. Asegúrate y consuélate con el hecho de que Yo nunca te dejaré, y Yo nunca te desampararé. Independientemente de lo que diga la circunstancia, Yo no puedo cambiar quién soy, y ahí está tu confianza y tu liberación. Yo soy tu paz. Yo soy tu provisión. Yo soy el agua de la roca y el maná en el suelo todas las mañanas. Los proveedores del pensamiento religioso sugieren que Yo traje la dificultad, pero Yo no soy el Dios de la dificultad, Yo soy el Dios del yugo fácil y ligero. Si Yo fuera el Dios que inicia las dificultades y los problemas en tu vida, entonces el estrés sería un fruto del Espíritu, y eso no es así. Rechaza todo pensamiento tan profano y vano, porque Yo soy un Padre de “sí” y “amén”. Yo nunca te haré pasar por nada por lo que la Cruz ya pagó.
Yo nunca diré “no” a lo que la Cruz dice “sí” a la persona amada. La Cruz dice sí a la sanidad y sí a la provisión. La Cruz dice sí a la bendición y al favor y no a la maldición y la lucha. Ese es tu descanso sabático donde cesa toda lucha, y tú te recuestas junto al agua quieta y en los verdes pastos de mi fidelidad. No importa lo que esté sucediendo a tu alrededor, conoce que Yo te estoy guiando a través de todo y, en el otro lado, quedarás intacto y caminarás en mi bendición. Mi corazón para tí y mi meta para tí es que prosperes y tengas salud, porque Yo no le doy ningún premio al sufrimiento, la tristeza o la desesperación. Aférrate a esa verdad. Abraza esa esperanza. Apóyate en mi fidelidad y escóndete en la hendidura de la roca de mi amor hasta que la tormenta haya pasado, y el lucero de la mañana que Yo soy en tu vida brille con toda su fuerza.
-Russel Walden