El Padre dice hoy, Yo llevé tus enfermedades y tus dolencias, para que tú no tuvieras que hacerlo. Me enfermé con la enfermedad que te enferma de modo que puedas ser sano y camines en salud divina. Fui herido para que tú puedas ser sanado. Fui molido para que pudieras ser curado de cada herida. Yo soy tu sustituto, dice el Padre y lo que sufrí en el madero de la cruz echa fuera de ti toda enfermedad, toda dolencia, y mis llagas te sanan de cada herida, te restauran completamente y te dan salud integral. Este día el legado de la sangre derramada en el Calvario se convierte en tu porción. Toma esta palabra, mézclala con tu fe y conócela como la sustancia de lo que has estado esperando.
Sí, dice el Padre, tu sanidad es una provisión que está en tiempo pasado. Yo no cambio mi decisión de sanar en base a cada caso. Proporcioné la sanidad de un solo golpe a través de la sangre de la cruz que hace que la libertad esté a disposición de quien quiera recibirla. Tú no estás excluido dice el Padre. Tú no estás fuera. ¿Si me pides sanidad te daré una piedra o un escorpión? Di a tu alma: entraré a la obra consumada. Di a tu alma: la obra fue hecha desde antes de la fundación del mundo. Lo hice por ti, dice el Padre, tiempo pasado, terminado, y en su totalidad. Tu sanidad fue comprada y pagada hace 2,000 años. Tú no estás tratando de ser sanado, Yo estoy de acuerdo con tu sanidad y hago que camines en salud divina. Rechaza, rehúsa todo intento de la enfermedad, la dolencia y la mala salud de apoderarse de tu cuerpo porque no tienen derecho a permanecer en él, porque en este día eres declarado sano, saludable y pleno en el nombre sobre todo nombre, el nombre de Jesús.
-Russel Walden