El Padre dice hoy, ríe con la risa de la fe. Yo le di Sara y Abraham una promesa asombrosa y Sarah rió. Ella no dudaba – más bien, se rió con la risa de la fe porque sabía lo mucho que Yo la amaba y sabía lo que Yo era capaz de hacer. Ella se rió y recibió. Ella se rió y concibió. Ella se rió y según el tiempo de la vida nació un niño cuyo nombre significa “risa.” A partir de ese momento, y todo el tiempo que Abraham y Sara vivieron – cuando llamaban a Isaac estaban llamando a la risa a ellos. Amaban Isaac – cuyo nombre significa “risa.” Amaban la risa y abrazaron la risa. Ellos se nutrieron de la risa y se alimentaban de la risa. Ellos levantaron la risa y promovieron la risa. Vieron en la risa su futuro y todas sus esperanzas. Vieron en la “risa” la respuesta a cada promesa que Yo les había hecho a ellos.
Esta no es la risa amarga de un pesimista y sarcástico incrédulo. Esta fue la risa de la fe. El enemigo quiere que llores. El enemigo quiere que seas tan solemne acerca de lo que está haciendo y lo que está planificando. El enemigo planeó para Abraham y Sara que murieran sin hijos y estériles. El enemigo planeó para Abraham y Sara que fueran un subproducto de la palabra y una burla de la fe. ¡Abraham y Sara tenían la última risa! Cuando no te estás riendo en medio del desafío, el enemigo está consiguiendo llevar la delantera. Cuando no te ríes es porque has quitado tus ojos de mi promesa y mirado a las amenazas del enemigo en su lugar. Realmente no tienes que imaginarte al enemigo fuera. Él está en el equipo perdedor después de todo. Él no lo sabe todo ni es todopoderoso. Él está limitado, pero Yo soy ilimitado. Él tiene una energía que puede ser agotada, pero Yo no tengo límites y destruyo las obras y planes de oscuridad y te hago subir a un nuevo lugar de paz y bendición. Así que adelante y ríe dice el Padre, porque tengo todo bajo control. Simplemente comienza a reír y reír y reír y reír. Mi gozo es tu fuerza y quiero fortalecerte con poder en tu hombre interior. La risa es el arma de la guerra Yo te doy este día y no fallará al traerte a un nuevo lugar en mí.
-Russel Walden