Tú serás un sanador de almas y un restaurador de corazones cuando te lleve más alto en mis caminos. Entrégate a mí, perdona a todos los que te hirieron, y trabajaré a tu favor. Deja que tu nombre sea sinónimo de misericordia y gracia. Envuélvete en mi semejanza. Derrama perdón, como Yo lo he hecho por ti.
Yo sé cómo es el dolor. Entiendo lo que es ser rechazado y malentendido. Pero es este dolor el que te abre, para que puedas recibir el bálsamo sanador de mi amor. A medida que mi gloria se derrama en tu alma herida, se expande, saturando cada célula y memoria. Pronto, la ira se derrite y se reemplaza por la compasión. Incluso tu mayor dolor puede sanarse cuando abrazas la misericordia por los demás. Serás testigo de mi victoria interior cuando derrames la libertad a los que te han lastimado. No te aferres al dolor, mirándolo como si fuera tuyo. Yo soporté tu dolor y tu pena. Dame tu dolor, y sanaré tu corazón, para que puedas sanar a otros.
Brian Simmons y Gretchen Rodríguez
“Deja que el amanecer de tu amor termine nuestra noche oscura. ¡Irrumpe de nuevo a través de nuestro nublado amanecer! Solo tú puedes satisfacer nuestros corazones, llenándonos de canciones de alegría hasta el final de nuestros días. Hemos sido abrumados por el dolor; ven y abrúmanos de alegría. Reemplaza nuestros años de problemas con décadas de deleite”.
Salmo 90. 14-15. TPT