El Padre dice hoy: Mi bendición en tu vida se mide por la Cruz, no por tu historial. Has corrido a la torre alta de mi nombre. La sangre está en el dintel de tu puerta. Cuando clamas a mí, el factor que determina una respuesta positiva en lo que a ti te concierne no se basa en nada que hayas hecho o no hayas hecho. Yo no estoy revisando qué tan espiritual eres o qué tan duro has estado trabajando por mi reino. Cuando Yo te miro, elijo ver al Cordero sentado en el trono de tu corazón y nada más. Recibe esa misericordia hoy. Termina de andar en tus propias fuerzas y entra en mi reposo. No tienes nada que probar, y no hay nada que puedas ganar de mí que el Calvario no haya proporcionado.
Confía en la obra consumada de la redención, dice el Padre. Yo veo tu corazón y conozco tu lucha. Cuando el pecado aflora en tu carácter, comprende que la respuesta es correr hacia mí y no alejarte de mí. Deja de intentar salir del castigo o la descalificación. El pecado es un síntoma. Es un síntoma de la necesidad de profundizar en mi presencia. Yo he ordenado que crezcas a la medida completa de la estatura de Cristo en tu vida, tu persona y tu carácter. Cuando aparezcan contradicciones con mi naturaleza en tus respuestas a las personas que te rodean, haz la elección de retirarte a mi presencia. Mírame a la cara. Cuando me veas, serás transformado a mi semejanza, y las cadenas del pecado y la transgresión perderán su control. Este es el camino interior y el camino que conduce a la vida. Hazlo tuyo hoy, y experimentarás rápidamente todo lo que ofrece la Cruz.