Aplicamos la palabra, que es viva y eficaz sobre cada enfermo. Pedimos con fe, no dudando nada, a un Dios fuerte y poderoso, que está en control de todas las cosas.
Declaramos que el enemigo no va a poder destruir la obra de sus manos. Oramos por todos los contagiados para que Dios les de fortaleza en su cuerpo y en su espíritu y puedan confiar que la salud viene de lo alto.
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