Nos postramos delante de nuestro Dios, postramos nuestro corazón y nuestra alma, reconociendo que solo tú eres el Dios verdadero y en ti estamos completos y plenos. Gracias por la revelación de tu Santo Espíritu. Hoy presentamos nuestras oraciones, sabiendo que suben como incienso delante de tu trono, añades a ellas fuego de tu altar y las respuestas bajan en medio de truenos, relámpagos y terremotos. La oración del justo puede mucho.
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