El Padre dice hoy, mejor atrapado que enseñado. Este día te invito a que te apartes de la letra de la ley al Espíritu de mi palabra. Mi palabra es Espíritu. Mi palabra es para tu espíritu lo que el aire respirable es para tu hombre exterior. Todo lo demás, la enseñanza del hombre, el legalismo religioso, asfixia tu hombre interior, dejándote sin aliento y anhelando un soplo fresco de mi presencia para sostenerte y liberarte.
No tengo ningún interés, dice Dios, en llenar tu cabeza de papilla religiosa. Eso solo fomenta una religiosidad sin valor que no produce más que la muerte. Cuando Yo te enseño desde la unción, pasas de estar meramente informado a recibir la impartición real. Yo te digo que hoy recibes la impartición del cielo. Impartir a tu hombre espiritual es lo que los pensamientos son para tu mente natural.
Recibe entonces la mente de Dios en su interior. Ponte la mente de Cristo, porque Yo estoy en ti pensando y estoy en ti planeando. Yo estoy en ti proponiendo y realizando la plena manifestación de mi promesa con respecto a lo que viene después en tu vida.
Mientras Yo construyo la realidad de quien YO SOY en tu interior, capa tras capa, llegarás al lugar donde no queda nada más que Yo. Luego, ocurre la limpieza. El sueño de Adán se desvanece y el sueño de Cristo comienza a dominarte interiormente. Entonces puede suceder la manifestación externa. Mejor es el que gobierna tu propio espíritu que el que toma una ciudad. ¿Qué significa eso? No hay triunfo exterior en tu vida sin conquista interior. Pon en su sitio a la mente de la carne este día y la mente del Espíritu, quien Yo soy dentro de ti, surgirá de tu hombre interior más profundo y obrará el milagro, moverá la montaña y traerá tu avance en un momento de tiempo. Esto es lo que Yo soy en tu interior. Esto es lo que Yo te he hecho dentro de mí. Yo en ti y tú en mí somos la mayoría de uno. Uno en Espíritu. Uno en mente. Uno en solidaridad con la inflexible intención de que no se te niegue ni un ápice de todo lo que Yo pagué en la Cruz en tu nombre. RW