El Padre dice hoy, Yo no te he destinado a la ira. En todos tus días que están escritos en mi libro, no hay UN DÍA de toda su vida que diga “reservado para la ira”. ¿Cómo podrías venir a mí como un Padre amoroso si nunca supieras cómo te recibiré, o si de alguna manera te arrojaría arbitrariamente una prueba de flagelación con algún propósito inescrutable? Amado, eso no es lo que Yo hago. Yo no me deleito en el dolor, la enfermedad o el sufrimiento. Eso no es lo que Yo soy. Yo no soy solo el Dios del amor, EL AMOR es QUIEN YO SOY. No hay situación, circunstancia o resultado en el que Yo elija ser otra cosa que el Padre Amoroso que me he representado en mi palabra.
Consuélate con esta gran verdad. Niégate a ser disuadido por una fracción de segundo haciéndote creer que alguna vez elegiría el sufrimiento, la tristeza o la depresión para ti. Yo vine para que tuvieras vida y eso en abundancia. Aquellos que sugieren lo contrario no comprenden completamente lo que Yo logré en la Cruz. Sobre la Cruz, toda la furia de la justicia divina se derramó por completo hasta la escoria sobre el Amado del Cielo. Él sufrió para que tú no tengas que hacerlo. Él le dio la espalda a los heridores para que pudieras salir libre, ser sanado y llegar a la plenitud. Deja que esta verdad, la verdad de la obra terminada del Calvario, sea el ungüento aplicado a tus ojos para que puedas verme por lo que realmente soy Yo y siempre seré en su vida. RW