Temprano por la mañana, Jesús fue juzgado por el Sanedrín, por Pilato, por Herodes Antipas y luego por Pilato nuevamente. Fue torturado y azotado. Finalmente, fue llevado a la cruz a las 9 am., murió a las 3 de la tarde y lo sepultaron ese mismo día. El cielo se oscureció y el velo del templo se rasgó en dos.
Juan 19.30
Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.
Jesús murió en el momento en que se sacrificaban los corderos pascuales, cumpliendo con las Escrituras. Soportó el peso del pecado de toda la humanidad y la separación de Dios. El Cordero perfecto, el Siervo obediente terminó la obra que el Padre le había encomendado, pagando el precio de nuestra redención, el poder del diablo y del pecado fueron vencidos. ¡Gloria a Dios!
Cuando Cristo clamó: “Consumado es,” Él hizo la paz entre Dios y el hombre – porque la justicia de Dios fue satisfecha por la muerte de Jesús en aquella Cruz.
Marcos 15. 37-38.
Mas Jesús, dando una gran voz, expiró.38Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
La presencia de Dios, antes limitada al Lugar Santísimo, donde el Sumo Sacerdote podía entrar una vez al año en representación del pueblo, salió de ese lugar para buscar corazones dispuestos a recibirla.
Padre, ¡gracias por este supremo sacrificio! Gracias por este día en el puedo celebrar tanta grandeza, tanto amor. Ahora tengo la libertad para entrar a tu presencia en todo momento. La sangre de Jesús me abrió el camino y me dio salvación, libertad, vida eterna, sanidad, prosperidad y paz que sobrepasa todo entendimiento. ¡CONSUMADO ES! Hoy entro a la obra terminada de mi Señor Jesucristo en el Calvario y te doy gracias porque estoy completo en ti, ¡no me falta nada! en el nombre de Jesús, amén.