CON FE Y ACTITUD HUMILDE

No avanzaremos espiritualmente sin fe y sin humildad. La fe sin humildad es otra forma de arrogancia ya que nos coloca en la actitud de exigir a Dios nuestros derechos y no esperar su cumplimiento en el momento en que Él lo decida. Por otro lado, humildad sin fe nos lleva a una postura de conmiseración, de autolástima.

Juan 5. 44.
¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?
La fe y el orgullo son irreconciliables. Quien busca su propia gloria, no necesita de la gloria de Dios y por ende no necesita creer en el Señor Jesucristo. La fe verdadera requiere de una actitud humilde como la del niño que se suelta en los brazos de su padre con total confianza, cuando se lo pide.

Mateo 18. 3-4.
y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. 4 Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos.

Padre, me acerco humildemente a tu presencia y te entrego mi vida. Estoy dispuesto a confiar en ti siempre. Te doy gracias por la medida de fe que me otorgaste y porque me das la oportunidad de que sea aumentada al escuchar cada día tu palabra y ser revelada a mi corazón por tu Espíritu Santo. Cada día va creciendo esta confianza, esta seguridad de tu bondad y de tu amor y de que recibiré cada una de las promesas que me has hecho. Te doy toda la gloria, la honra, el poder, la alabanza, en el nombre de Jesús, amén.

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