Para brindar un SERVICIO EXCELENTE, requerimos dar una magnífica atención, haciendo sentir a las personas como en su casa; bienvenidas, apreciadas, escuchadas, ayudadas, e invitadas a regresar.

Juan 13. 12-15. Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Saben lo que les he hecho? 13 Ustedes me llaman Maestro, y Señor; y dicen bien, porque lo soy. 14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado sus pies, ustedes también deben lavarse los pies los unos a los otros. 15 Porque ejemplo les he dado, para que como yo les he hecho, ustedes también hagan.

Solo con un servicio excelente dejaremos huella, es decir trascenderemos. Dejemos de sobrevivir e inspirémonos en nuestro Señor, para darlo todo por amor a Él y a quienes nos otorga el privilegio de servir, en cada uno de nuestros roles.

Hebreos 12.2. puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.

Padre, gracias porque la fe es la mirada del alma que se dirige a ti, mi Dios salvador. Y así como Jesús, camino a la cruz, al máximo acto de entrega, de servicio, de excelencia, de obediencia, mantuvo sus ojos en ti,  yo mantengo mi mirada puesta en ti, Padre amado, en una actitud continua de mi corazón entregado a tu voluntad. Gracias porque al hacerlo tú estarás obrando el querer como el hacer por tu buena voluntad, para que pueda servir con excelencia en el lugar que tienes preparado para mi. Purifícame con tu preciosa sangre, para que pueda mirarte sin velo alguno y sin desviar mis ojos a lo que el mundo ofrece. Gracias por el ejemplo de amor de Jesús, amén.