SEÑOR DAME ESPÍRITU DE SABIDURÍA Y REVELACIÓN.

La mansedumbre, humildad, fe, compasión, misericordia, servicio, amor y obediencia al Padre llevaron a Jesús a efectuar los milagros que realizó. A través de la revelación del Espíritu Santo podemos participar de su gloria y recibir la unción para hacer lo que Él hizo. Tanto a creyentes como a incrédulos nos tiene que ser revelada la gloria de Cristo. ¿Cómo? Predicando y enseñando su verdad, y sobre todo obedeciéndola en nuestra vida diaria.

2 Corintios 4. 3-6

Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; 4 en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios. 5 Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús. 6 Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.

Solo Cristo salva y sana los corazones endurecidos por el engaño del pecado, Él libera las almas llenas de mentiras y merecedoras de juicio eterno. Solo unidos a Cristo creceremos simultánea y continuamente en gracia y en verdad, para ser transformados a su imagen.

Padre amado, no ceso de pedirte que me des espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento tuyo. Que alumbres los ojos de mi entendimiento, para que pueda saber cuál es la esperanza a la que me has llamado y cuáles las riquezas de la gloria de mi herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de tu poder para mi que creo, según la operación del poder de tu fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a tu diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no solo en este siglo, sino también en el venidero, y sometiste todas las cosas bajo sus pies, y lo diste pos cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. En el nombre de Jesús, amén.

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