Dios ya te hizo esa persona capaz de compartir a Jesucristo como Salvador. Participa activamente en la extensión de su Reino, sembrando la semilla e invitando a personas nuevas a recibir al Señor y a acercarse a nuestra congregación para ser
afirmados y discipulados.
2 Corintios 3. 6. el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto,
no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.
Dios ya puso en ti lo necesario para cumplir la Gran Comisión de predicar el evangelio a toda criatura y hacer discípulos. ¡Que las señales sobrenaturales testifiquen de la verdad y el poder de Jesucristo!
¿QUÉ SE REQUIERE DE TU PARTE?: Disponer tu corazón y hacerlo. Acércate al Señor en oración y dile “heme aquí, envíame a mi”. Él lo hará.
LLÉNATE DE LA PALABRA: Para que siempre hables la verdad de Dios.
Colosenses 3. 16. La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia
en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.
ORA SIN CESAR: Por todos los que serán salvos cada día, pide por nombre por tu familia, amigos y conocidos. Y pide por los obreros.
Padre, ¡Héme aquí, envíame a mi!, no lo digo de labios para afuera, lo digo desde el fondo de mi corazón, lleno de compasión y amor por tus hijos, mis hermanos, que se encuentran perdidos. Dame discernimiento y la palabra exacta que necesitan oír para creer en ti, para venir a tu familia. Tú hiciste tu parte, me diste la salvación en la cruz del Calvario, me llenaste de tu Espíritu, yo ahora haré la mía, llenándome de tu palabra y participando del crecimiento de tu iglesia, hasta que juntos lleguemos a la estatura de la plenitud de Cristo. En el nombre de Jesús, amén.