Aprendamos a vivir sin congoja, sin preocupación, sin ansiedad. ¿Cómo? Descansando en el Señor. Creamos de corazón en el Señor, en su Palabra y en su pacto con nosotros. Anclémonos en Él.
Hebreos 6. 17-20. Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento;
18para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros.19La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo,20donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.
Oremos y declaremos la palabra de Dios para contrarrestar el afán y la ansiedad, confiando que traerá paz al corazón.
Jesucristo, Rey de Salem, Rey de Paz, mi representante delante del Padre, mi Abogado. Tú vives siempre para interceder por mí, solo tú tienes palabras de vida eterna. Cargaste mis dolencias, sanaste mi aflicción, el castigo de mi paz fue sobre ti y por tus llagas ¡soy sano! Te pido que mis ojos espirituales sean abiertos, para poderte ver. Tú estás conmigo siempre, ¿Quién contra mí? Amado, precioso, siempre me ayudas y me sustentas con la diestra de tu justicia.Tu perfecto amor, derramado en mi corazón por tu Espíritu Santo, echa fuera todo temor, perfeccióname en tu amor. El mundo solamente tiene aflicción, pero yo confío en ti, gracias porque tú lo venciste. Solo en ti tengo paz, tú eres mi paz, mi Príncipe de paz, en el nombre de Jesús, amén.