EL EFECTO “DESESTABILIZADOR” DE LA CARNE.

Hay un efecto totamente contrastante entre la obra del Espíritu Santo y las obras o pecados de la carne. La carne siempre distorsiona las emociones.

Gálatas 5. 19-21. Cuando ustedes siguen los deseos de la naturaleza pecaminosa, los resultados son más que claros: inmoralidad sexual, impureza, pasiones sensuales, 20 idolatría, hechicería, hostilidad, peleas, celos, arrebatos de furia, ambición egoísta, discordias, divisiones, 21 envidia, borracheras, fiestas desenfrenadas y otros pecados parecidos. Permítanme repetirles lo que les dije antes: cualquiera que lleve esa clase de vida no heredará el reino de Dios. (NTV)

Necesitamos discernir continuamente donde andamos, si en lo que es del Espíritu o lo que es de la carne, y decidir lo que proceda: Por ejemplo, perdonar, renunciar a lo que sabemos que es pecado y entrar en obediencia.

Gálatas 5. 16-17. Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. 17 Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.

Padre, tú ya me diste lo necesario para experimentar un cambio que me lleve al gozo y la paz sobrenatural cada día de mi vida. Ahora me corresponde activar esta nueva manera de vivir. Hoy renuncio a todo lo que tenga que ver con el pecado, toda costumbre, cultura, que me lleve a actuar como antes lo hacía. Renuncio a frecuentar lugares, amistades, que contribuían a tener estos comportamientos y estos deseos. Decido vivir en esta vida nueva, a ordenar mis pensamientos y acciones conforme a la palabra, a leerla y meditarla, asistir al Seminario de Vida, a la Casa de Vida, buscar oración, consejería y ayuda para lograr, con la ayuda de tu Espíritu Santo, aprender a vivir en la atmósfera del reino del que ahora soy parte como tu hijo, en el nombre de Jesús, amén.

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