Lucas 24.49.
He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.
Poder, del griego dunamis, es la capacidad para hacer. Esto significa que, al recibir la investidura del Espíritu Santo, recibes la capacidad, la habilidad dinámica y sobrenatural para llevar a cabo lo que te ha encomendado. Esa capacidad viene sobre ti.
Si eres un ganador de almas recibirás la habilidad para predicar la Palabra con sencillez, pero con denuedo y poder. Sea lo sea que Dios te esté pidiendo, tendrás la habilidad para llevarlo a cabo, para ser victorioso, para vivir rectamente, para poner los ojos en Jesús y vivir con el cielo en mente. Estos son los hechos vitales, reales, esenciales y eternos que tuvieron lugar en Pentecostés.
Padre, gracias porque enviaste a tu Espíritu Santo, el Consolador, a llenar todo vacío en mi vida. Gracias Espíritu Santo porque vienes a permanecer y a hacer que Jesús sea real en mi vida. Gracias porque donde yo no puedo, tu si puedes y me capacitas, me das la fuerza, la capacidad moral interior para vivir en rectitud, la habilidad para llevar tu palabra a todos los que la necesitan. Gracias Espíritu Santo por consolarme y enseñarme, me enseñas, traes luz a mi vida, porque eres el Espíritu de luz. Traes poder porque eres el Espíritu de poder. Espíritu Santo, inunda mi vida hoy y siempre, en el nombre de Jesús, amén.