Las fortalezas mentales están construidas con ideas, especulaciones, imaginaciones, es decir, mentiras. Estas fortalezas mentales se convierten en prisiones que encierran a las personas y eventualmente las esclavizan. Estamos llamados a derribar estas fortalezas y rescatar a los encarcelados, con la verdad. Uno de los mejores trucos del enemigo es hacer que luchemos con armas humanas en lugar de divinas. Ej. La falta de perdón.
Romanos 12. 2.
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Para beneficiarnos de la Palabra de Dios, hay que considerar varias cosas:
PRIMERO escucharla y recibirla con mansedumbre, como un mensaje que
proviene del Creador.
SEGUNDO, creerla, es decir estar convencido de que Dios cumplirá lo que nos promete en su Palabra.
TERCERO, aplicarla a las circunstancias de nuestra vida, es decir, obedecerla.
Padre, desde mi nacimiento he llenado mi entendimiento de estas ideas, costumbres, especulaciones, imaginaciones, conceptos, razonamientos, filosofias, que se han ido entrelazando dentro de mí y han creado fortalezas, con muros infranqueables, creando en mi duda, confusión, falta de fe, comportamientos que ni yo mismo alcanzo a comprender. Hoy renuncio a cada conocimiento y cada altivez que se levanta en contra del conocimiento de la verdad de tu palabra. Me compromento a buscar tu verdad leyendo tu palabra, meditándola, escudriñándola y obedeciéndola. Te pido que tu Espíritu Santo descienda sobre mí y penetre hasta lo más profundo de mi ser, como un oleo fragante que limpie y purifique las profundidades de mi entendimiento, en el nombre de Jesús, amén.