Medita por un momento en tus problemas actuales: ¿Cuántos de ellos son ataques del enemigo? Hay muchos merodeadores espirituales buscando a quién devorar. Tenemos que resistirlos, oponernos a ellos y vencerlos por la fe. Ya tenemos las bendiciones, pero el enemigo las obstaculiza. Veamos las cosas espiritualmente, las enseñanzas de la Palabra son aplicables al día de hoy. ¡Aprende a defender tu herencia! ¡No luches en tus fuerzas y con conocimiento limitado, no seas uno de tantos que dan vueltas en el mismo lugar!
Efesios 6. 12. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
PREPARA TU TIERRA: Es lo primero que hace el agricultor. La tierra de nuestro
corazón se prepara con alabanza y gratitud. ¡Bendice alma mía al Señor! Lee el Salmo 103. El mundo está lleno de injusticias, cierra los ojos a lo negativo, a lo que te falta y da gracias al Señor por su gran amor y por lo que te ha dado.
BARBÉCHALA: Significa ararla, es decir quitar los restos del cultivo pasado, la
maleza, la cizaña, las piedras, los terrones, para dejarla limpia y dispuesta a recibir la nueva semilla. Límpiate de la falta de perdón, de toda amargura, idolatrías y de toda forma de orgullo y auto suficiencia, como el estatus, el amor al dinero y todo lo que el Espíritu te muestre. Límpiate de machismo y matriarcado tus relaciones.
Padre, perdona mi descuido, no he guardado mi herencia y he permitido que los ladrones y salteadores irrumpan en mi vida y roben mi paz. Hoy reconozco que no son las personas con las que me enfrento cada día, es el enemigo usándolas para robar mi paz y mi enfoque en tu palabra y en tus bendiciones. Yo perdono cada herida, cada acercamiento para romper mi equilibrio y te pido me ayudes a mantenerme firme, preparando mi tierra y barbechándola, para limpiar todo enojo, amargura, contienda, desobediencia, que ha impedido que disfrute plenamente de mi herencia como hijo tuyo. Renuncio al orgullo y a la autosuficiencia y te pido que guíes por tu Santo Espíritu hasta poder vivir conforme a la grandeza de tu bendición en mi vida, en el nombre de Jesús, amén