La Palabra de Dios es distinta a cualquier otra palabra que leamos, escuchemos o estudiemos. La Biblia explica por sí misma lo que es y sus beneficios: Es activa, está viva, es “energética”, es una espada de doble filo que entra y toca todas las áreas de nuestro ser, cuerpo, alma, espíritu; haciéndonos mucho bien.
Salmos 33. 6,9. Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca. 9 Pues cuando habló, el mundo comenzó a existir; apareció por orden del Señor. NTV.
El aliento del Señor es su Espíritu Santo, así que son dos los componentes que hacen que su palabra sea una fuerza creadora; la Palabra que hizo “existir” y la que “sostiene” al universo. La palabra de Dios no son sonidos lanzados al aire o tinta escrita en un papel; sus palabras son Él mismo.
Padre, gracias por el tesoro que me has dejado en tu palabra, es tu corazón, tu vida y puedo conocerte más cada día a través de ella. Tú palabra es tu mismo Hijo Jesucristo, en el pricipio era el Verbo, y el Verbo era con Dios y el verbo era Dios. Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. ¡Tu palabra es Jesús mismo! ¡ Jesús es el Pan de vida! ¡Gloria a tu nombre! Él es verdadera vida y verdadero alimento, y como dice: “la Biblia es el único libro cuyo autor está contigo cuando la lees.” Gracias por estar conmigo siempre, por alimentarme y llevarme de tu mano a tu presencia, a la completa santificación y al cumplimiento de tu propósito para mi vida, escuchando tu palabra, tu misma voz. En el nombre de Jesús, amén.