Nuestra respuesta a la Palabra de Dios completa el ciclo, la razón por la cual fue enviada. La Palabra es confiable, verdadera, cierta, tal y como lo es Dios. Sin embargo, su resultado depende de la manera en que respondemos a ella.
Santiago 1. 21-25. Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. 22 Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. 23 Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. 24 Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. 25 Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.
La palabra nos explica lo que debes hacer:
Limpiarte de corazón de malicia para que la palabra produzca.
Recibirla con corazón humilde y enseñable, para que se plante en tu corazón y renueve tu vida.
Ponerla en práctica para no auto engañarte. Si la escuchas y no la obedeces, es como haberte visto al espejo y olvidar cómo eres.
Dios bendecirá tu obediencia.
Padre hermoso, estoy maravillado con la belleza, exactitud, practicidad de tu palabra. Enséñame el camino de tus estatutos, y lo guardaré hasta el fin. Dame entendimiento y guardaré tu ley y la cumpliré de todo mi corazón. Guíame por la senda de tus mandamientos porque en ella tengo mi voluntad. Inclina mi corazón a tus pensamientos y no a la avaricia. Aparta mis ojos, que no vean la vanidad. Avívame en tu camino. Confirma la palabra a tu siervo, que te teme. Quita de mí el oprobio que he temido, porque buenos son tus juicios. He aquí yo he anhelado tus mandamientos, vivifícame en tu justicia. Venga a mi tu gracia y tu misericordia, tu salvación porque en ti he confiado. No quites de mi boca en ningún tiempo la palabra de verdad. Guardaré tus palabras siempre y eternamente, y andaré en libertad, en el nombre de Jesús, amén.