La desobediencia de Adán activó diversas maldiciones. La traición de Adán trajo como castigo juicio y separación eterna de Dios. La humanidad “cayó” de su posición de exaltación en la que fue creada, a una de humillación y esclavitud. La consecuencia inmediata fue muerte espiritual. Quedaron separados del Creador, e impedido su acceso al árbol de la vida. Quedamos bajo la autoridad del diablo y su reino de tinieblas. Cambió la naturaleza espiritual de la humanidad, de justa a pecadora. Nos hicimos personas egocéntricas, rebeldes y adoradoras de dioses diversos.
Romanos 5. 12. Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.
> QUEDAMOS MENTALMENTE DISTORSIONADOS: Perdimos la percepción de la verdad de Dios y de nosotros mismos. El ser humano sin Dios puede tener conocimiento acerca del Creador, pero no lo conoce personalmente.
> NUESTRAS EMOCIONES TAMBIEN SE DAÑARON: Con el entendimiento entenebrecido por el conocimiento del bien y del mal, entró el temor, la culpa y la vergüenza. El ser humano trata de esconderse de Dios.
> QUEDÓ AFECTADA LA VOLUNTAD: La humanidad quedó señalada como “hijos de desobediencia”, es decir con una tendencia natural a la rebeldía y a transgredir las reglas divinas. Esclavos de pecados diversos.
Padre, ¡qué terrible situación en la que me dejó el pecado! Sin esperanza y sin Dios. Sin salida. Pero tú, eres rico en misericordia y por el gran amor con que me amaste, aun cuando estaba muerto en mis delitos y pecados, me diste vida, juntamente con tu Hijo Jesucristo, ¡soy salvo por tu gracia! Y no solamente eso, juntamente con Él me resucitaste y me hiciste sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de tu gracia en tu bondad para conmigo. ¡Soy salvo por medio de la fe! Como un regalo tuyo, solamente creyéndote, para que toda la gloria, la honra y el honor sean solamente tuyas. Gracias, gracias, gracias, en el nombre de Jesús, amén.