Una paradoja estación de una cruda es una construcción lógica en la que una proposición aparentemente contradictoria esconde la manifestación de una cruda verdad. Y ¿por qué plantear la oración como una paradoja?
La mayoría de nosotros vivíamos, como dice la Palabra, sin esperanza y sin Dios en este mundo, hasta que tuvimos la gracia de que alguien nos presentó a Jesús y lo recibimos como nuestro Señor y Salvador. A partir de ese momento sentimos su vida y fuimos empezando a ser transformados por su Espíritu, empezamos una vida de compañerismo con Él, a través de la oración, que es el medio para comunicarnos con Él.
Pero, ¡cómo nos cuesta orar! Nos aburre, nos cansa, nos desespera. Los llamados a las reuniones de oración son persistentemente ignorados. Hoy pidamos que venga un espíritu de oración sobre los hijos de Dios. Una revelación que nos convenza de que es en ese lugar, en el lugar secreto de la oración, donde se ganan las batallas y que nuestro lugar de oración, sea un lugar de placer y recreación.
Zacarías 12. 10. Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito
Padre, gracias con todo mi corazón por la oportunidad que me das de acercarme libremente a tu trono de gracia, sin mancha, sin culpa, sin condenación. Gracias porque la corte celestial se detiene por un momento y tú mismo pones atención a mis peticiones. Gracias porque la sangre de tu Hijo Jesucristo, derramada a mi favor para que esto fuera posible me da este acceso tan impresionante a tu presencia. Gracias porque tu palabra dice que si tú escuchas mis oraciones, ¡ya tengo lo que te he pedido! Hoy te pido perdoón porque a pesar de saber esto, no oro, he descuidado mi relación contigo. Me acerco a ti solamente para pedirte y no para agradecerte y adorarte por la posición que me has dado. Derrama sobre mí y sobre mi iglesia espíritu de gracia y de oración, para ser llamados: Casa de oración para todos los pueblos, en el nombre de Jesús, amén.