UN ENCUENTRO CON DIOS Y SU FUEGO CAMBIA LA VIDA

Moisés fue cambiado en su encuentro con Dios. Estaba en su rutina y Dios en un segundo cambió su historia. Un “de repente” de Dios nos posicionará sobre el rumbo de sus planes perfectos para cada uno. Seamos fieles en lo poco y Dios nos dará lo mucho.

Caminemos en fe, rumbo a la zarza ardiente, al encuentro con Dios y al derramamiento del fuego de su Espíritu. ¡Ya viene el momento del cambio!, donde lo ordinario se convertirá en extraordinario.

Éxodo 3. 9-10 El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. 10 Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.

Tú y yo somos la respuesta de Dios al clamor de la gente. Dios nos levantará y nos enviará para que le sirvamos donde no lo imaginamos. Sus planes son perfectos, solo dispongámonos a hacer su voluntad, de todo corazón. ¡Recuerda que hay ciudades como Nínive, esperando a que Job obedeciera a Dios para recibir su salvación y no ser destruídos!

Padre, gracias porque tú me escogiste y me llamaste conforme a tu propósito específico. Mi llamado no tiene el tamaño con que se ve con los ojos naturales, tiene el tamaño de tu eternidad. No hay llamados pequeños y grandes, hay llamados sobrenaturales conforme a tu Espíritu. ¡Heme aquí, envíame a mi! Te pido perdón por haberme resistido tanto tiempo a tu llamado. Hoy iré a informarle a Pablo lo que tiene que hacer, iré a ver al rey, como la reina Ester para salvar a mi pueblo de la muerte, iré a pelear como los valientes que en la batalla huellan al enemigo en el lodo de las calles, respondiendo al llamado de tu silbido, a la reunión de tus redimidos, y caminaré en tu nombre. En el nombre de Jesús, amén.

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