Hebreos 7. 25. por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.
No necesitamos llamar la atención de Dios, ¡ya la tenemos!:
Hebreos 4. 14-16. Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión.15Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.16Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
Haz memoria de lo que Jesús hizo por ti en la cruz: Te abrió el camino al Padre, te dio acceso a Él y el Padre te ve a través de la obediencia del Hijo, te ve bañado en su sangre, te escucha y te concede lo que le pidas conforme a su voluntad.
El Padre te dice, hijo, no hay otra forma de que te acerques a mí, más que en el nombre de mi precioso Hijo Jesús. Porque cuando tú clamas su nombre, Yo me detengo y recuerdo ese día en la cruz, cuando Él clamó a mí: ¡Padre, por qué me has abandonado!, y Yo, con todo el dolor de mi corazón tuve que voltear mi rostro y no pude ayudarlo. Porque teníamos un plan que iba mucho más allá de lo que estaba pasando en ese momento. Y ese plan era, que el precio de tu pecado fuera pagado, para que tú hoy vinieras hasta mí, delante de mi mismo trono, con un Jesús vencedor sentado a mi diestra, que vive para interceder por ti, clamaras su nombre y el cielo mismo se detuviera a escucharte. Así que, hijo mío, clama a mí hoy en ese nombre, que es sobre todo nombre, Yo recordaré su obediencia y su sacrificio perfecto, te miraré bañado en su preciosa sangre, te escucharé y Yo te responderé y recibirás todo lo que me pidas en su nombre.
