Mateo 20. 25-28. Así que Jesús los reunió a todos y les dijo: «Ustedes saben que los gobernantes de este mundo tratan a su pueblo con prepotencia y los funcionarios hacen alarde de su autoridad frente a los súbditos. 26 Pero entre ustedes será diferente. El que quiera ser líder entre ustedes deberá ser sirviente, 27 y el que quiera ser el primero entre ustedes deberá convertirse en esclavo. 28 Pues ni aun el Hijo del Hombre vino para que le sirvan, sino para servir a otros y para dar su vida en rescate por muchos». NTV.

¡Que diferente es la autoridad ejercida a la manera de Jesús! Es para servir a los subordinados. Si le amamos… Nos dejaremos gobernar por Él y gobernaremos como Él.

Juan 14. 15-16. Si me amáis, guardad mis mandamientos.

El Señor Jesús te dice claramente: “Si me amas, te dejarás gobernar por mí y me obedecerás”. Y lo harás voluntaria y libremente, no por obligación, ni por imposición, tampoco bajo amenaza (¡te vas a ir al infierno!), y mucho menos por conveniencia. Es porque su amor infinito te ha sido revelado, el amor que lo llevó a dar su vida, su sangre, en rescate por la tuya, para salvarte del castigo eterno.

Padre, gracias porque por la fe tu Hijo Jesucristo habita en mi corazón, lo que me arraiga y cimenta en tu amor y soy plenamente capaz de comprender con todos los santos, mis hermanos, cuál es la anchura, la longitud, la profundidad y la altura y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para ser lleno de toda tu plenitud. Espíritu Santo revélame esta grandeza, en este tamaño de amor tangible y transmisible, con el que es imposible enseñorearme de mis hermanos porque estamos unidos por este amor tan grande que has derramado en nuestros corazones por tu Espíritu Santo. Amor sin abusos, incomprensiones, indiferencias, amor lleno de tu bondad, comprensión, empatía, amor que siente lo que el hermano siente. Amor que no hace daño al prójimo, porque siempre está buscando su bien. Amor que nos aglutina, nos une, nos lleva al acuerdo. Y nos capacita para gobernar para ayudar, para guiar, conducir a lugar seguro a los que se acercan a ti, a tu orden divino, a la excelencia de tu amor. En el nombre de Jesús, amén.