Tanto en la creación como en la manera en que está constituído el universo, podemos observar que Dios es un Dios de orden. Todo se mueve en un orden perfecto: las estaciones, las mareas y las órbitas solares. Nuestras vidas también, porque sabemos con qué precisión el sol se pondrá y volverá a salir; cómo cambiarán las estaciones del año, cómo serán las mareas, y cómo rotarán los planetas sobre sus ejes.
Todo tiene una secuencia perfecta en la naturaleza, desde los ecosistemas hasta los sistemas solares. Antes se podían predecir los climas, porque todo estaba sometido al orden perfecto, hasta que el ser humano empezó a desordenarlo todo. Es asombroso observar la precisión de la gestación de un bebé, ya que todo sigue un orden; de manera que para los entendidos, es difícil no reconocer la mano del Dios perfecto moviéndose dentro del orden que Él mismo estableció.
Génesis 1. 1-2. En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 2Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.
Padre, gracias porque tomaste mi vida, que estaba como el principio de la tierra, desordenada y vacía, y la has ido llenando con tu vida, con tu orden, llenando cada vacío, cada desesperanza, cada tristeza, enfermedad, congoja, sin razón, de tu vida en abundancia. Hoy pongo delante de ti todos esos vacíos que faltan, todo a lo que me he aferrado. Te pido perdón por pensar que mis soluciones son mejores, cuando sé que tus pensamientos y tus caminos para mi vida son mucho más altos y perfectos. Ayúdame, con tu Espíritu Santo a hacer una introspección en mi vida y permitirte que vayas llenando cada uno de ellos con tu perfecto amor, tu perdón, tu gracia, tu amor, tu vida en abundancia, hasta llegar a tu perfecto orden, en el nombre de Jesús, amén.