DIOS DE VIVOS Y NO DE MUERTOS

Desde hace siglos se celebra en México el día de los muertos. La tradición es prehispánica y los días festivos son el 1 y 2 de noviembre, al cual se ha añadido el 31 de octubre, que se conoce como Halloween o día de las brujas. La educación y la cultura promueven ampliamente la celebración colocando un altar de muertos en todas las escuelas, edificios públicos y comerciales, según para “no perder nuestras tradiciones”, pero en total ignorancia de los efectos espirituales malignos que esto trae. Inclusive la UNESCO, que es la organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, nombró la fiesta de Día de Muertos de México, como patrimonio inmaterial de la humanidad en 2008.

Sabemos que muchas de las etnias mesoamericanas rendían culto a la muerte, especialmente la cultura mexica. Entre sus costumbres estaba brindar simbólicamente al difunto alimentos diversos previo a su entierro, ya que partía a su viaje al inframundo. Posteriormente cada año, y durante los siguientes cuatro, seguían las celebraciones por el muerto en el panteón y en la casa de sus familiares. También acostumbraban las ofrendas florales de cempaxúchitl y otras.

Cuando llegaron los españoles, se mezclaron las tradiciones indígenas con las católicas, fijándose como día de los santos el 1° de noviembre y día de los difuntos el 2 del mismo mes. Pero ¿qué dice el Señor en su Palabra respecto al culto a los difuntos?

Lucas 20.38. Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven.

Padre, ¡gracias por iluminar mis tinieblas! Gracias porque tú eres el camino, la verdad y la vida. Tus palabras siempre me llevan a la verdad y a la vida y ahora puedo ver la aberración de estas costumbres. Perdona tanta ignorancia, mía y de mi pueblo y llévanos a la luz y a la verdad. Ilumina mis tinieblas. Líbranos de tantas mentiras. Renuncio a todo pacto con la muerte y te pido Señor mío que quites de mi vida toda consecuencia que haya venido a mi vida por estos pactos, por la participación en estas costumbres, ya sea por ignorancia o con conocimiento de causa, en el nombre de Jesús, amén.

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