En el libro de Génesis, en el primer capítulo, encontramos cuatro pasos del ciclo productivo de los cielos.
PASO 1: NECESITAMOS LA LUZ DE DIOS: Génesis 1.3-4 Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. 4 Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.
Dios “habló” y fue la luz, y la luz alumbró la oscuridad, el desorden. Pidamos al Señor que ilumine con su luz nuestro caos, para arreglarlo. “Dame luz para saber qué pasa con mi negocio, con mis finanzas, con mi salud y con mi vida”.
Recordemos que nacimos desordenados a causa de la herencia de Adán, vacíos de su amor, con las prioridades al revés y queriendo llenar ese vacío con alcohol, sexo, drogas, estatus, e ídolos diversos. Necesitamos que el Señor nos alumbre con su verdad para reconocer nuestros pecados y ser limpiados con su Sangre; dejar el pasado y experimentar el nuevo comienzo con la luz de la Palabra de Dios.
PASO 2: PONER ORDEN: Génesis 1. 1-2. En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.
El Espíritu Santo es el agente divino que ilumina nuestro desorden. Su bondad y paciencia tienen como finalidad guiarnos al arrepentimiento. Dios hace evidentes nuestras transgresiones para que abandonemos nuestros pecados. No para condenarnos. Cuando vamos mal somos los reyes de las excusas. Hemos aprendido a defendernos de los malos resultados. “Nos contamos cuentos solos”. Seamos sinceros y que su luz ilumine toda mentira y engaño.
Si Padre amado, lo primero es salir de tantas tinieblas. Tú mandaste a tu Hijo Jesucristo a iluminar mis tinieblas. Jesús es la luz del mundo y la luz siempre vence a las tinieblas. Gracias porque Jesús es la palabra, que es lámpara a mis pies y lumbrera a mi camino. Guardaré tu palabra y te ruego te sean agradables los sacrificios voluntarios de mi boca. Por heredad he tomado tus testimonios para siempre, porque son el gozo de mi corazón. Susténtame conforme a tu palabra y viviré y no quedaré avergonzado de mi esperanza. Ordena mis pasos con tu palabra y ninguna iniquidad se enseñoree de mi. Ayúdame a ordenar mi vida conforme a tu palabra con fe, obediencia, paciencia, perseverancia y tiempo. En el nombre de Jesús, amén.