La raíz del problema del legalismo, de la cultura de intentar agradar a Dios con nuestras propias obras con un código de reglas para lograr la salvación y el crecimiento de los creyentes es una postura opuesta a la gracia, ganar la salvación por sus propios méritos.
Desde el primer siglo, el mayor obstáculo para el avance del evangelio en la iglesia y fuera de ella, ha sido precisamente el legalismo. Pablo escribe en Gálatas 1. 6-7. Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. 7 No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo.
Sucede que entre los gálatas, había ciertos judíos “convertidos a Cristo” que querían obligar a los nuevos creyentes a circuncidarse, es decir a cumplir la ley.
Gálatas 3. 11-12. Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá; 12 y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas.
Todo descendiente de Adán, es decir, tú y yo, nacimos con una naturaleza rebelde que quiere vivir independiente de Dios, pero dominando al prójimo. La Biblia nos revela que solo dos tipos de criaturas decidieron independizarse del Creador: Un grupo de ángeles y la raza humana; nadie más en el universo. Los animales, las plantas, las estrellas, los mares; todos ellos dependen de Dios.
La forma más común que emplea la humanidad para vivir su rebeldía hacia Dios, es operando en el conocimiento del bien y del mal, cuyos razonamientos los llevan a la religiosidad, a la idolatría esclavizante o al libertinaje. Un ejemplo lo tenemos con la construcción de la torre de Babel, “en sus esfuerzos querían llegar al cielo”. ¡imposible!
Padre, pedona todo intento en mi vida por”ganarme” tu favor a través de mis obras. Reconozco que la salvación solamente tú puedes dármela por tu gracia. Por la fe en la sangre de tu Hijo y lo que Él hizo por mí en la cruz. Perdona todo intento de parecer bueno o mejor que los demás. He sido justificado gratuitamente por tu gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús. Tú manifestate tu justicia, a fin de que tú seas el justo y el que justifica al que es de la fe en Jesús. Perdona todo intento de independencia de ti. Mi vida depende completamente de ti y de tu gracia, en el nombre de Jesús, amén.