Fue la revelación del evangelio de la gracia lo que hizo que nos rindiéramos al Señor Jesús y a su amor.
Juan 1. 14-17. Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. 15 Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo. 16 Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia. 17 Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
La gracia es la vida, obra, sacrificio, sufrimiento, muerte y resurrección de Jesucristo por nosotros. La gracia es todo lo que Él es y todo lo que nos da GRATUITAMENTE para que vivamos como le agrada. Los evangelios están llenos de actos de gracia realizados por el Señor Jesús en su caminar en la tierra, uno de ellos: La mujer sorprendida en adulterio.
Los escribas y fariseos trajeron a Jesús a una mujer adúltera, con el propósito de tentarle. En Deuteronomio 22.22 y en Levítico 20.10 la ley ordenaba matar a l@s adúlter@s.
Juan 8. 7. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella
Qué hizo Jesús con esta mujer sorprendida en pecado sexual: ¿Le aplicó la Ley o le otorgó Gracia? ¡Le otorgó Gracia! Jesús hasta hoy no ministra juicio ni condenación, ministra gracia. ¿Por qué? Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
Padre, hoy te alabo por la abundante gracia que derramaste sobre mí, porque ahora te pertenezco. Gracias porque compraste mi libertad con la sangre de tu Hijo amado y perdonaste mis pecados, en el nombre de Jesús, amén