Donde está Dios, todo produce, nada se queda estancado. Él es la vida, así que donde pone su Palabra, todo crece y se multiplica, esa es la naturaleza de nuestro Padre, ser altamente productivo, fructífero.
Su naturaleza productiva ya ha sido puesta en nosotros sus hijos e hijas, así que tenemos que verla realizada para su gloria y para bendición de nuestro prójimo y de nosotros. Los ámbitos de la productividad son espirituales y materiales. Ej. Ganar muchas almas para Cristo y discipularlas, conformar el fruto del Espíritu en nuestro carácter y usar nuestros dones y talentos para generar riqueza en nuestros negocios y puestos de trabajo, y para ser inversionistas en el Reino de Dios.
La productividad es la capacidad que posee una persona para producir, para rendir frutos. En el ámbito natural es crear y dar productos y servicios con valor agregado, que den utilidades al inversionista, al empresario y al trabajador. La productividad tiene niveles, puede ser alta, baja, máxima, limitada.
Colosenses 1. 16-17. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. 17 Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten.
Gracias Padre porque me creaste conforme a tu imagen y semejanza, con tus dones y talentos, magnificados y potencializados por el poder de tu Espíritu Santo. No me creaste para la pobreza, la esacez, sino para la abundancia y la productividad. Te pido perdón por la decidia, flojera, falta de visión, que me han llevado a conformarme con lo que tengo y lo que soy y me lleves a tener tu visión de excelencia en todas las cosas. Que tu Espíritu Santo ilumine mi desorden y me lleve a la luz de tu palabra a superar cualquier vacío y descuido que haya en mi vida. En el nombre de Jesús, amén.