VACÍO Y DESORDEN INTERIOR.

En el hebreo se dice tohu y bohu a la vanidad, a aquello sin utilidad. También se traduce como desperdicio. Sea lo que sea, con lo que hayamos llenado nuestro corazón o nuestra alma, si no buscamos al Señor para ser llenos de su Espíritu Santo y de su amor, continuaremos en pura vanidad, sin un verdadero propósito de vida y sin utilidad para el reino de Dios. Aún cuando seas dueño de obras de arte, o tengas tu cuenta bancaria PREMIUM y una caja fuerte repleta de dólares, sin el Señor viviremos en desorden.

Dios convirtió las aguas y la tierra en fuentes de vida, pero estableció un orden: Los peces no pueden vivir fuera del agua, y muchas especies animales no pueden vivir en un medio acuático.

Génesis 1. 20, 24. Dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos. 24 Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así.

Dios determinó que la fuente de vida del ser humano es Él mismo, separados de Dios morimos espiritualmente. Por la desobediencia de Adán y Eva, la humanidad perdió su esencia divina, dejándole un vacío que nadie puede llenar más que Dios. Por eso vino Jesucristo a morir por nosotros en la cruz, para volvernos al orden original, que es vivir en una relación de amor, cercana con el Padre. Vino a darnos nueva vida, una vida que se pone en ORDEN, al vivirla en la voluntad de Dios.

Filipenses 3. 7-8 . Pero cuantas cosas eran para mi ganancia, las he estimado como pérdida por amor a Cristo” y termina en el 8 por amor del cual lo he perdido todo y lo tengo por basura, para ganar a Cristo.

Padre, ¡no puedo vivir sin ti! Tú eres la fuente de vida, mi fuente de vida, ¡nada puedo hacer sin ti! Tú me has dado un corazón TAN grande que solamente puede ser llenado por tu grandeza, por el Rey de reyes y Señor de señores. Y yo, he andado por ahí, tratando de llenar este espacio tan grande con vanidades, con cosas sin utilidad. Te pido perdón por ello y que venga tu Espíritu Santo con sus ríos de agua viva a lavarlo, a quitar toda vanidad, toda inmundicia y vengas tú, en toda tu grandeza, Señor del Universo a llenarlo. Solo tú puedes hacerlo. No más tristeza, llanto, frustración, pues mi corazón fue creado y habilitado con la sangre de Cristo para ser tu morada, tu habitación. ¡Mi alma clama por ti! ¡Lléname de ti! En el nombre de Jesús, amén.

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