Es un estado del ánimo que se caracteriza por enfado, disgusto, desagrado, cansancio e insatisfacción. El fastidio es en el alma. Dios nos conectó espiritualmente a la visión de CVL, pero el fastidio detendrá el crecimiento y quitará el gozo y la paz que debiésemos experimentar en nuestro servicio a Dios. Enfoquémonos en la salud interna de las personas y de nosotros, antes que en el crecimiento, porque el resultado inevitable de una vida espiritual sana es abundante fruto.
Nuestra alma debe estar prosperando continuamente como lo dice 3a de Juan 2. El fastidio es la reacción emocional ante algo que ya no nos rebasó y que ya no nos gusta. La gracia de Dios derramada de continuo a nuestro ser es la que renueva el compromiso a amarle y a servir a su pueblo. Moisés llegó al punto de hacer su tarea en “sus fuerzas”, y estas… se le acabaron.
Filipenses 2. 13. Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.
El fastidio surge cuando un problema continuo nos desagrada en el alma. Ej. “La hermanita que sigue con su misma situación uno o más años sin hacer nada, y espera que tú se lo resuelvas”. ¡Eso cansa y fastidia! Porque cada uno ha de desarrollar su propia fe y madurar. El fastidio es silencioso y sin darnos cuenta entramos en él y lo toleramos. Ej. Me fastidia ir al supermercado o ir de compras con mi esposa. Hay cosas que tenemos que realizar aunque no queramos. La disciplina puede también fastidiarnos cuando dejamos de ver sus beneficios.
Hebreos 12.11-13. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados. 12 Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; 13 y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado.
Padre, gracias por el regalo maravilloso de tu Santo Espíritu. Me consuela, ayuda, redarguye, instruye y me guía por el camino de buenas obras que has preparado para mí. Gracias porque puedo hacer la obra que me has encomendado, vestido de tu unción y de poder. Perdóname por la soberbia haber querido caminar en mis fuerzas y resolver las cosas según mi criterio. Hoy me humillo ante ti y reconozco que cuando soy débil, tú eres fuerte y tu poder se perfecciona en mi debilidad. Lléname hoy de ti, dame nuevas fuerzas, nueva unción, nueva revelación, para seguir adelante guiado por ti, en tu poder, en tu fuerza, en tu Santo Espíritu, en el nombre de Jesús, amén.
