MARTA: Está sirviendo. Su forma de convencer al mundo y agradecer al Señor, es sirviendo al Señor.
Marcos 9. 35. Entonces él se sentó y llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.
¿Sirves al Señor Jesús por lo que te da? Él es el Cristo, ¿si no te da lo que pides, ya no le servirás? Sirvámoslo solo porque es el Señor y está en nuestra casa. Que el valor de nuestra relación con Cristo no esté basado en lo que nos dé. Si Cristo está en la casa, todo está bien, así de sencillo.
MARÍA: Servía junto con Marta en la cena, pero llegó un momento en que dejó
de hacerlo para ir por un perfume muy valioso que trajo para ungir al Señor. Valía por lo menos 300 denarios, el equivalente a doce mil pesos de hoy. Quebró el frasco y ungió sus pies. Lo adoró secándolos con sus cabellos. Ella sabía que no volvería a tener a Jesús en su casa de Betania. María le dio lo mejor de ella al Señor. ¡Que Dios nos ayude a darle al Señor siempre lo mejor! ¡Qué nos libere de darle con escasez! No hay causa mejor que gastar nuestra vida y fuerzas predicando el evangelio, glorificándole en todo.
Padre, perdóname por haberte buscado solamente por lo que podías darme, aun por haber llegado a enojarme y decepcionarme de ti por no haber recibido la respuesta que yo esperaba o como yo la esperaba. Hoy exalto tu nombre. Tú eres el único que puede cambiar la vida de las personas. En este mundo emproblemado, que te ha despreciado, hoy quiero darte lo mejor de mí para ti y para tu reino, todo lo que tengo y lo que soy lo entrego a ti, mi vida no tendría sentido si tú no estuvieras en mí y yo en tí. ¡Que mi vida sea para ti un perfume derramado a tus pies! En el nombre de Jesús, amén.