Es con la práctica de la Palabra que se confirma que la voluntad de Dios es buena para nuestras vidas y experimentamos la transformación del alma y del carácter, para ser cada día más parecidos a Jesús.
La mente de Cristo está siendo conformada en nuestros pensamientos, los sentimientos y creencias de Cristo: su compasión, ternura, humildad y paciencia están siendo incorporadas a nuestras actitudes y creencias; y al practicar el amor de Dios veremos el fruto, el cambio, la transformación de nuestra vida a su imagen y semejanza.
Gálatas 5. 22-24. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. 24 Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.
Tú notarás los cambios en tu propia personalidad, pero las personas con las que convives lo notarán más: tu cónyuge, tus hijos, tus padres y hermanos, tus colaboradores y compañeros de trabajo se verán beneficiados con tu buen trato, y más de uno se sorprenderán de tu cambio. ¡Háblales de tu maravilloso Señor!
2 Corintios 3. 16-18. En cambio, cuando alguien se vuelve al Señor, el velo es quitado. 17 Pues el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. 18 Así que, todos nosotros, a quienes nos ha sido quitado el velo, podemos ver y reflejar la gloria del Señor. El Señor, quien es el Espíritu, nos hace más y más parecidos a él a medida que somos transformados a su gloriosa imagen. NTV
Padre, gracias porque puedo vivir la vida en abundancia que tienes para mí, a través de la renovación de mi entendimiento. Porque ya no hago lo que no quiero, sino lo que tú me mandas a través de la guianza de tu Santo Espíritu y tu palabra. Hoy decido vencer el conformismo y esforzarme en todas las áreas que por tanto tiempo han estado descuidadas en mi vida, mientras perfeccionas cada detalle en mi vida con tu bendita palabra. Renuncio a los engaños del diablo, buscaré la verdad siempre y caminaré en el camino de santidad que tienes preparado para mí, este camino por el que tú mismo me llevas de la mano y no dejas que me desvíe ni a a derecha ni a izquierda. Gracias por la seguridad de tu amor, en el nombre de Jesús, amén.