Al nacer de nuevo, recibimos un corazón nuevo, nuestro espíritu es regenerado y el Espíritu Santo viene a habitar en nuestro corazón espiritual, pero nuestra alma queda intacta. Los malos recuerdos del pasado siguen ahí, los hábitos y las costumbres mundanas hay que dejarlas atrás, necesitamos ser limpiados de toda contaminación, por medio de la renovación de nuestra forma de pensar, con la Palabra de Dios. De no hacerlo, el alma seguirá pensando mal, e involucrada en el deseo de prácticar pecados que seguirán contaminando nuestra vida y dando lugar al diablo. La Biblia dice que el alma está “siendo salva”, es decir que la palabra de Dios está implantándose en nosotros y al obedecerla cambiará nuestra forma de vivir.
Santiago 1. 21-22. Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. 22 Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.
Es en la medida que vamos aprendiendo la Palabra y obedeciéndola, que vamos también conformando nuevos hábitos de vida y madurando como hijos e hijas de Dios y discípulos de Jesucristo.
Padre, gracias porque la verdad de tu palabra me hace verdaderamente libre. La renovación de mi mente con tu palabra me lleva a vivir una vida santa, llena de paz y de tu presencia, una vida de éxito en todo lo que llevo a cabo. En tu palabra están todas las respuestas. Te pido perdón por la desidia que he tenido para leerla y meditarla diariamente. Pon en mí hambre de conocerte más a través de ella, revélamela por tu Santo Espíritu. Me comprometo hoy a obedecerla para que sea implantada en mi nuevo corazón y mi vida sea transformada. Que toda incredulidad salga y me fe sea aumentada en la medida que oigo tu palabra, en el nombre de Jesús, amén.