El cordero pascual del Antiguo Testamento es un tipo de Jesucristo en el nuevo pacto. Jesús es el Cordero Inmolado para librarnos del castigo eterno.
Juan 1. 29 El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
La Pascua en Cristo, nos brindó y nos brinda cada día la salvación del juicio eterno, mediante la fe en su sangre derramada por nuestros pecados. Dios mismo libró a sus hijos de “su juicio”, por su gracia, al rociar la sangre de Jesús sobre nosotros los creyentes. El Padre ejecutó “su juicio” por nuestro pecado, poniéndolo sobre su propio Hijo. El juicio que recibió el Señor, quitó la barrera de separación que había entre nosotros y Dios.¡Y lo hizo por su gran amor hacia cada uno! Gracias a Cristo, escapamos de la ira de Dios
Cristo Jesús llevó a cabo nuestra redención, es decir “recompró” nuestra vida espiritual hipotecada por el pecado de Adán recuperando nuestro derecho a ser libres de la esclavitud al pecado y al gobierno de satanás (simbolizado por el faraón). Ahora estamos bajo el gobierno de Dios y de Cristo. ¡Gloria a ti Señor!
Padre, gracias porque empiezo el año nuevo con nueva revelación de tu Espíritu Santo. Navidad no es solamente Jesús en el pesebre, eres tú mismo, Dios mismo, mandando a tu propio Hijo como tu Cordero, para librarme de la esclavitud en la que me encontraba. No existía salida para mí, no había ninguna esperanza, pero tú lo enviaste para que hoy yo pudiera estar aquí, en tu presencia, libre de culpa, como tu hijo(a) amado(a). Hoy celebro la Santa Cena recordando que su cuerpo fue molido por mis pecados y su sangre derramada por el perdón de los mismos. ¡Gracias Padre por esta vida en abundancia! En el nombre de Jesús, amén.