La Palabra es viva en sí misma y produce resultados.
Romanos 10. 17. Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. Cuando lees la Biblia, la Biblia te lee también a ti, mostrándorte las intenciones de
tu corazón y guiándote al arrepentimiento, al cambio.
Mateo 21.28-32. Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña.Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue.Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue.¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios.Porque vino a vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis; pero los publicanos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle.
Si la Biblia no es confiable entonces no necesitamos escucharla ni creerla. Pero como lo es, podemos descansar en que Dios habla con nosotros a través de ella. Y si Dios habla contigo por medio de su Palabra, puedes esperar que conforme la leas, la creas y la vivas, tu relación con Él será cada vez más íntima y amorosa.
Hebreos 4. 12-13 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
Una forma sencilla de aplicar la lectura de la Biblia en nuestra vida es contestándonos estas preguntas:
- ¿Qué dice el pasaje que estoy leyendo?
- ¿Qué significa lo que dice?
- ¿Cómo puedo aplicarlo a mi vida?
Padre, gracias porque te puedo llamar así. Tú eres mi Padre, yo soy tu hijo. Y quiero ser un hijo obediente, gracias por tu Espíritu Santo, quien me enseña y explica tu palabra, para que la pueda aplicar a mi vida diaria y además me da la fuerza para obedecerla y hacer los cambios que me muestras cada día. Renuncio a toda rebeldía. No soy un huérfano, soy un hijo obediente y reconozco que si me dejaste este gran tesoro es para obedecer y ser transformado a tu imagen y semejanza.Hacer tu voluntad me ha agradado, tu ley está en medio de mi corazón. En el nombre de Jesús, amén.