HAZ LO QUE QUIERAS QUE LOS HOMBRES HAGAN CONTIGO.

HAZ LO QUE QUIERAS QUE LOS HOMBRES HAGAN CONTIGO.

En esta delcaración el Señor Jesús engloba todo: Mateo 7. 12. Haz a los demás todo lo que quieras que te hagan a ti. Esa es la esencia de todo lo que se enseña en la ley y en los profetas. NTV.

“Todo lo que quieras que los hombres (y mujeres) hagan contigo, así también hazlo a ellos. Hazles lo mismo y de la misma manera, porque esta es la suma de la ley y los profetas”. ¡Es fácil entender este este mandamiento, apliquémoslo!

Santiago 2. 8-12. Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis;pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores.Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos.Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley.Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad.

El amor es el ingrediente central de todo trato al prójimo; en pocas palabras “la regla de oro” es la práctica total de la Biblia, que por supuesto excluye el mal: Maltrato, maledicencia, abuso, venganza, odio, violencia, etc.

El sentido de esta máxima desafía el sentido común del creyente. Por supuesto, no desearíamos que los demás nos trataran de acuerdo a nuestro ánimo caprichoso o voluble; sino con un amor imparcial, con trato justo, con compasión; poniéndose en nuestro lugar: Se escribe sencillo pero resulta difícil, porque cojeamos de falta de amor, de paciencia, de respeto, de clemencia, etc. ¡Cristo nos da todo esto!

Recordemos que el oro es un metal pesado, por lo que esta actitud de trato puede ser difícil para quien se resiste al amor de Dios; aunque comprendemos lo dificil que debe ser vivir en estrechez, no tener empleo, vivir al día con temor al mañana, y/o en contienda y dolor con nuestros seres queridos por el abuso del pasado o del presente. Cuando ponemos en la balanza las dificultades de la vida cotidiana y temores del mundo versus “tratar a los demás como nos gustaría ser tratados”, la regla de oro será siempre la mejor manera.

Padre, gracias por la claridad y sencillez con la que me enseñas tu palabra. Mi carne es quien la complica, los deseos engañosos, la vanagloria, los malos deseos, toda la maldad que habita en ella pervierte la pureza de tu palabra. Hoy lava mi corazón con tu sangre, pon colirio en mis ojos para que pueda ver y entender lo que tan claramente me estás enseñando: solo tengo que tratar a mi prójimo como yo espero ser tratado. En el nombre de Jesús, amén.

Comentarios Facebook