La obediencia a la regla de oro es llave para la abundancia de nuestra vida. Mejora las finanzas, las relaciones personales, las familiares, la matrimonial; ya que el perdón, el amor y las nuevas oportunidades fluyen sin condiciones, ricamente.
Todo hijo de Dios conoce los diez mandamientos del Éxodo. El pentatéuco, es decir, los primeros cinco libros de la biblia, incluyen las instrucciones que Dios dio a su pueblo a través de Moisés para vivir bien. En el nuevo pacto Jesús engloba en dos mandamientos nuestro deber de vida.
Marcos 12. 29-30. Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. 30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. 31 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos.
A sus hijos e hijas el Padre nos pide vivir de acuerdo al gran amor que Él ha derramado a nuestro corazón. Siendo de su familia, el Padre ya nos ha capacitado para recibir su amor y para darlo al prójimo.
Romanos 5. 8. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Señor, te pido que fortalezcas mi ser interno para practicar la regla de oro, la instrucción que nos me has dejado para recibir abundantemente lo que te pido. Muero al orgullo y a la soberbia, para ver a los demás como superiores a mi. Derrama de tu abundante amor para servir por gracia, sabiendo que estableciendo tu reino en la tierra, disfrutamos de tus riquezas aquí. Renuncio a la carne, al mundo y a satanás para tratar a los demás con amor incondicional, tal y como me gusta ser tratado por ti. En Cristo Jesús, amén.