Conocer a Dios personalmente es la mayor experiencia que una persona puede tener en su vida. Solo nuestro Creador satisface los anhelos más profundos del corazón humano y la fuente de su revelación es la Biblia. Dios se revela a nosotros a través de Jesucristo, el Verbo de Dios y por medio de su Palabra escrita, iluminada por el Espíritu Santo. Solo por medio de Él y su Palabra viviremos a plenitud, con significado y propósito.
1 Pedro 1. 22-23. Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; 23 siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
La Biblia tiene dos divisiones principales: el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento comienza con la creación y cuenta la historia del pueblo judío hasta el advenimiento del Señor Jesús. Está compuesto por treinta y nueve libros individuales (de Génesis a Malaquías), escritos por veintiocho autores y abarcando un período de más de dos mil años.
El Nuevo Testamento es el registro del nacimiento de Jesús, su vida y ministerio, y el ministerio de sus discípulos. El Nuevo Testamento está compuesto por veintisiete libros escritos por nueve autores que cubre un período de menos de cien años. El total de libros en toda la Biblia es de sesenta y seis.
Padre, gracias por dejar a mi alcance tu Palabra en la Biblia, el único libro cuyo autor está presente cada vez que la leo. Gracias porque siempre estás conmigo cuando lo hago. Tu Espíritu Santo me guía y me enseña, me revela y me muestra tus más íntimos secretos. Me lleva de la mano a través de sus páginas por el camino de santidad que tienes preparado para mí. Gracias porque tu palabra está viva, porque tú palabra eres tú mismo. En el nombre de Jesús, amén.