SOY SU EMBAJADOR EN LA TIERRA:

2 Corintios 5. 19-20. Qué Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. 20Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; les rogamos en nombre de Cristo: Reconcíliense con Dios.

Las anteriores no son todas las verdades de lo que somos en Cristo, hay muchas más; así que te animo a hacer tu investigación al respecto.

Reconozcamos, sin embargo, que la batalla se libra de continuo en nuestra alma, es decir en los pensamientos, emociones y voluntad; entre el Espíritu de Verdad y el espíritu de mentira; entre Cristo y satanás. El diablo ya fue vencido irreversiblemente por nuestro Salvador, y tenemos autoridad sobre él, para echarlo fuera de nuestra vida. Nuestra arma ofensiva es la fe en la Palabra de Dios; el arma del diablo es la mentira, el engaño, la ignorancia y el temor.

Nuestra mente ha de ser renovada intencional y regularmente con la verdad de la Palabra, hasta echar raíces en nuestro corazón, (el sitio donde reside la fe). La Palabra de Dios es la sustancia para cambiar la mentalidad, hasta formar nuevos hábitos de pensamiento; para declararla, hablarla regularmente en voz alta al enemigo o a las circunstancias, tal y como lo hizo nuestro Señor.

Lucas 4. 3-4. Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. 4 Jesús respondiéndole, dijo: Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios.

Derribemos los argumentos que se levantan contra del conocimiento de Dios; y ejercitémonos en pensar vida y no muerte, victoria y no derrota; y llevemos a la acción lo que somos en Él, obedeciendo su Palabra.

Padre, gracias por la verdad de tu palabra. Hoy rechazo todas las mentiras y engaños en los que he vivido hasta hoy. La verdad de tu palabra es la que me hace libre y me libra de troda cautividad y ruina. Gracias por la salvación tan grande que tengo en Cristo Jesús, ayúdame y enséñame a vivir en la plenitu de tu redención, a través de la renovación de mi entendimiento y de la fe en lo que ya hiciste por mí, en el nombre de Jesús, amén.

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