Rindámonos a la verdad de Cristo, sometámonos a Dios, reconozcamos nuestras dudas e incredulidades, el pecado que tiene lugar en nuestras vidas, humillémonos, es decir dejemos la soberbia, el orgullo y la autosuficiencia, y retomemos el llamado de Dios a crecer en el conocimiento de Él y su Palabra.
La lucha espiritual es real, el reino de las tinieblas está en contra nuestra, pero Cristo ya venció y tú y yo usemos las armas que nos ha dado, para hacer valer su triunfo en cada área de la vida. Aprendamos creer y practicar la verdad de su Palabra que nos hace libres. Ajustemos nuestra mente, alma y corazón a Cristo y caminemos en fe, en el poder de Espíritu Santo. Tu quebrantamiento personal es clave para recomenzar una vida creciente y eficaz en Cristo.
Salmo 51. 16-17. Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría;No quieres holocausto.17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.
Padre, perdona todas mis actitudes de soberbia, orgullo, autosuficiencia, perdona el enojo. Y sobre todo, perdóname por haber dejado de creer en ti, por haber dejado de confiar, por esconderme detrás de mis argumentos y las mentiras de mi imaginación. Muéstrame con quién debo disculparme y ayúdame a ser un buen discípulo tuyo, enviado para anunciar las buenas nuevas, en el nombre de Jesús, amén.