Dios ya no está enojado con nosotros, ya no nos castigará como consecuencia de nuestros pecados. Todo cambió en la Cruz, nos eximió del juicio divino.
Romanos 5. 9. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.
NOS HIZO REYES Y SACERDOTES PARA DIOS.
Apocalipsis 1. 5-6. Y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, 6 y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.
Nos lavó de nuestras inmundicias para portar las vestiduras de los nuevos nombramientos de reyes y sacerdotes. Espiritualmente los creyentes, como sacerdotes para Dios, debemos ser lavados en la Sangre de Cristo de toda mancha antes de servir a Dios, ministrar y ser dispensadores de sus bendiciones. Compartimos su reino, lo vivimos y lo establecemos por el evangelio.
NOS PROTEGE Y NOS DA LA VICTORIA SOBRE SATANÁS.
1 Pedro 1. 2. Elegidos según la presciencia (conocimiento futuro) de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.
¡Escrito está que por medio de la Sangre de Cristo tengo perdón de pecados, soy perdonado. Está escrito que por medio de la Sangre de Cristo he sido redimido, he sido comprado por Dios. Está escrito que puedo aplicar la Sangre de Cristo a mi persona, a mis pensamientos, a mi trabajo, a mi diario vivir, a mis seres queridos, para ser protegido. La aplico sobre mi casa, mis pertenencias, mi llamado y mi servicio a Dios, la aplico sobre mi ciudad y país!
Aplico la Sangre de Cristo que me protege de la muerte y me da la victoria sobre el enemigo. La Sangre de Cristo habla más que la de Abel, habla a mi favor ante el trono de Dios.